Mientras estudiaba la carrera de arquitectura, el propietario de esta vivienda unifamiliar tenía muy claro cómo sería la casa de sus sueños. Hoy, al fin disfruta junto a su familia de aquella moderna vivienda que había proyectado en su imaginación. Todo comenzó con la búsqueda de una parcela próxima a Madrid pero a la vez inmersa en la naturaleza, que terminó encontrando en el municipio de Galapagar, con vistas al skyline de la capital y orientada a un pinar.
Se trata de un terreno de 1.000 m2 sobre el que se ha edificado la casa de 250 m2 distribuidos en dos plantas.
La estructura de hormigón, protagonizada por una gran pieza de planta rectangular con cubierta a dos aguas, es lo primero que llama la atención al llegar a la propiedad, dejando únicamente en blanco la fachada de la zona del porche junto a la piscina, y a juego con el mobiliario y algunas jardineras de obra.
Los interiores, firmados por Interior Studio de PortobelloStreet, consiguen equilibrar las sensaciones a partir de una paleta de colores común tanto para las zonas exteriores como para las diferentes estancias. El resultado es ''una vivienda confortable, práctica y elegante'', tal y como deseaban sus propietarios.
Para mantener una relación directa con el paisaje, el proyecto se centró en la búsqueda de la entrada de luz natural a través de todas las esquinas de la vivienda, así como en favorecer unas vistas óptimas de los exteriores.
''Con dos chicos en casa y la madre teletrabajando era muy importante el orden diario'', comenta Alberto Torres, responsable de Interior Studio de PortobelloStreet.
En este sentido, la paleta cromática centrada en blancos, grises, negros y tonos naturales jugó un papel clave a la hora de conseguir las sensaciones de serenidad que envuelven todo el recorrido.
Otro de los requisitos era cumplir con la sobriedad que solicitaba el cliente, con todos los elementos imprescindibles, pero sin renunciar a ningún detalle, ''con especial atención a la cocina y el vestidor'', puntualiza Torres. Teniendo en cuenta la normativa urbanística y la funcionalidad requerida por los miembros de la familia, se decidió que en la planta baja se desarrollarían las estancias de día, reservando la primera planta para las de noche.
PLANTA BAJA: ZONA DE DÍA
A esta planta se accede de forma peatonal tras recorrer el camino que viene de la calle. Lo primero que se visualiza es un hall abierto a modo de distribuidor en torno al cual se abren los diferentes espacios. De frente se presentan dos juegos de escaleras de hormigón, con algunos tramos volados; uno de los juegos da acceso al exterior posterior de la vivienda, y el otro arranca hacia la derecha con dirección a la planta superior. A mano izquierda se sitúa una estancia versátil que hace las veces de despacho, cuarto de juegos e incluso dormitorio de invitados, y junto a este, un baño completo que da servicio a la planta.
A mano derecha se abre la zona más social de la vivienda, compuesta por el salón-comedor-cocina, donde la península actúa como nexo de unión entre los diferentes espacios, integrando en el lado del salón una elegante y práctica librería. Asimismo, una lámina de agua creada ex profeso en el eje perpendicular de la vivienda, incrementa visualmente dicha separación ambiental, a la vez que aporta ese remanso de relax que buscaban los propietarios.
El frontal reviste de madera la parte de la cocina donde quedan integrados los diferentes electrodomésticos, y la puerta que da paso al cuarto de lavado.
En la parte central, otra puerta, esta vez de cristal ahumado, deja entrever un espacio adicional destinado a almacenaje y despensa y que, a su vez, facilita un acceso secundario a la vivienda a través del garaje.
Toda la planta baja se desarrolla con líneas muy sencillas y puras, como demuestran los detalles de las puertas sin marcos, los rodapiés embutidos en la pared o los mecanismos enrasados. También ayuda la elección de una paleta de colores muy neutra con la idea de que ''nada llame la atención y se creen espacios de calma y luz'', declara el interiorista Alberto Torres. La única licencia permitida es el sofá en un llamativo azul cobalto que, desde su posición central, hace de contrapunto ambiental, aunque se integra perfectamente con el resto de piezas.
En el exterior, la piscina se sitúa junto a una zona de estar y comedor, y un huerto.
PRIMERA PLANTA: ZONA DE NOCHE
Esta planta, que presume del mismo lenguaje estético de sencillez y luminosidad, se organiza con un pasillo infinito que recorre el eje norte-sureste, manteniendo el contacto con el exterior y permitiendo la distribución a las distintas estancias. En un lateral se sitúan los dos dormitorios de los hijos, de forma simétrica, y al otro, junto a la escalera, el baño que comparten.
La primera planta destaca por la cubierta abuhardillada que facilita la entrada de luz natural desde diferentes aberturas y que, según avanza el día, los rayos de sol atraviesan la vivienda de arriba hasta abajo.
Al final del eje se encuentra la habitación de matrimonio, tras atravesar un estrecho pasillo que se vuelca, por un lado, hacia la lámina de agua de la planta baja y, por otro, al baño principal.
Este dormitorio en suite se distribuye en un amplio vestidor cerrado con acceso doble situado a los pies de la cama, cuyo cabecero está protagonizado en la parte alta por una ventana apaisada. Esta tiene vistas al jardín, creando una vez más esa relación exterior-interior que se repite en todo el proyecto.
El baño proyecta las vistas hacia el cielo a través de un lucernario.
Arquitecto: Daniel Ruiz. Constructora: D-ARK. Interiorismo: Interior Studio de PortobelloStreet. Estilismo: Cristina Rodríguez Goitia.