Esta es la historia de una reforma, pero también de una pareja: Gema y Rob. Residentes en Bristol, hace tres años decidieron comprar una casa y emprender juntos el proyecto de reforma. Por aquel entonces su presupuesto no era muy alto, ya que prefirieron invertir en vivir en la zona que les gustaba: Clifton, un precioso barrio en el centro de la ciudad.
No obstante, Gema (natural de Valencia) trabaja como diseñadora de interiores desde hace diez años en Inglaterra, llevando a cabo proyectos residenciales por todo el país, así que la reforma que duró dos largos años, contó en todo momento con una supervisión profesional. ¿El resultado? Un hogar de ensueño.
La casa se construyó en el año 1840, y aunque no es muy grande rebosa encanto. Se encuentra situada en una pequeña calle, rodeada por preciosas casitas pintadas de distintos colores como si de un cuento se tratase.
Restaurar las ventanas originales supuso un gasto enorme, pero el resultado mereció la pena. La puerta principal también es original, y se pintó en un azul intenso que combina con el gris neutro de la fachada.
Por desgracia, los anteriores dueños decidieron deshacerse de la chimenea original, así como de las molduras y de otros elementos que la pareja buscó en las tiendas de antigüedades, con el objetivo de mantener el estilo original de la casa.
En cuanto a la estructura de la vivienda, hubo que levantar los suelos y cambiar las vigas de madera deterioradas, además de nivelar todos los suelos.
NUEVA DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO
La casa tiene unos 83 metros cuadrados aproximadamente sin contar el jardín. En la distribución original, la planta baja disponía de un baño con lavabo y sanitario, una cocina, salón y comedor. No obstante, para acceder al baño había que pasar por ambas habitaciones, lo cual no resultaba práctico.
El primer cambio se llevó a cabo en el primer piso, modificando la situación del baño. De esta manera pudieron crear un armario de pared a pared en la habitación principal, eliminando una de las puertas. La habitación de invitados también ganó un armario.
La entrada de la casa pasaba del porche al salón y del salón a las escaleras. Era puerta tras puerta y generaba un ambiente muy agobiante. Al eliminar la puerta de las escaleras y crear un salón cerrado, se ganó un pequeño recibidor.
En la planta baja, la pareja decidió hacer una cocina-comedor y añadir puertas plegables a la pared del jardín. Durante el verano o en días de sol, este espacio se duplica en tamaño y queda conectado con el jardín.
La antigua cocina se convirtió en una habitación-estudio, y debajo de las escaleras se diseñó un lavadero-despensa con una puerta corredera de estilo granero.
Por último, el pequeño aseo de la planta baja se convirtió en un baño con ducha, ideal para los invitados de la pareja.
Proyecto e información: Cortesía de Gema Broch.