Cuando Eva y su pareja adquirieron esta casa rústica en el histórico pueblo de Ferran, Tarragona, la vivienda no gozaba de ningún encanto en particular.
Fue necesaria una reforma integral y un proyecto de interiorismo muy personal, con materiales y muebles recuperados, para transformar la casa en el perfecto alquiler vacacional para amantes del turismo rural.
Con capacidad para albergar hasta ocho huéspedes, la primera sensación que transmite la casa es serenidad.
De hecho, todos los turistas que tienen la suerte de alojarse en ella coinciden en esta percepción. Puede que los materiales y muebles recuperados que recorren cada una de las estancias tengan algo (o mucho) que ver. La mayoría de estas piezas fueron restauradas por los propietarios, quienes no dudaron en darle una segunda oportunidad a las puertas originales de la vivienda o a las barandillas.
Los dormitorios apuestan por el blanco y los azules más suaves para propiciar un descanso reparador. Tampoco faltan las fibras naturales ni las piezas vintage.
Sin embargo, lo mejor para Eva y su pareja es ver la cara de sus huéspedes al llegar, ese momento en que se quedan embriagados por la calma del ambiente y no dudan en admitir que la casa: ''es aún más sorprendente que en las fotos''.
Información y fotografías: Cortesía de Eva Mateos Ramos, de Cal-gran.