La vivienda de nuestra lectora Esther era la típica planta baja de una casa de pueblo en Valencia. Sin embargo, una reforma y un proyecto de interiorismo lograron reinventarla de principio a fin, siempre bajo un estilo rústico-chic que homenajea sus orígenes mientras ofrece las comodidades de la era moderna.
La gama cromática elegida, con dominio del blanco en las paredes, incluye tonalidades neutras y empolvadas que permiten destacar el mobiliario de madera y fibras naturales. También encontramos materiales como el mármol o el latón, y motivos botánicos en el papel pintado que decora el despacho.
El resultado es una acertada mezcla entre el estilo rústico y los acabados más contemporáneos.
Las vigas de madera vistas, así como la puerta estilo granero que separa la terraza del interior, abogan por los aires farmhouse para dotar de calidez a la vivienda.
El grifo con acabado negro mate de la cocina, juega con los contrastes en un claro guiño al estilo nórdico que se completa con el almacenaje abierto.
En el despacho, una balda de madera suspendida estilo raw se transforma en la mesa del escritorio, acompañada por una cajonera blanca de IKEA y un precioso papel pintado con dibujos botánicos en color verde empolvado, dulce y luminoso.
Los azulejos tipo metro en color gris definen el área donde se encuentran la ducha de obra y la bañera exenta, ambas con grifería en negro mate. La lámpara suspendida de mármol y latón pone el toque de dulzura que equilibra el conjunto.
Proyecto e información: Cortesía de Esther Curado López.