Son agradables, suaves la tacto, calentitas… pero algo delicadas. Necesitan unos cuidados especiales por el pelo largo que tienen. Además, en blanco, hay que mantenerlas relucientes y níveas. Te contamos cómo cuidarlas.
Foto, de Rice
En general, para el cuidado de este tipo de mantas (como para cualquiera) es conveniente airearlas con frecuencia para evitar la acumulación de polvo. Siempre guárdalas (o dóblalas) secas. Lo mejor es periódicamente airearlas, incluso, mantenerlas al aire un tiempo para que se vayan los olores, y sacudirlas con un objeto rígido para eliminar la suciedad.
Por supuesto, antes de lavarlas, presta atención a la información de las etiquetas.
El pelo de este tipo de mantas cae suelto. Su composición es muy similar a la de la lana, por lo que hay que seguir unos cuidados similares. Los pelos más conocidos son alpaca, angora, cachemir y camello. Pero también hay mantas de pelo sintético.
Para las manchas que puedan caer, siempre con mucha suavidad; trátalas directamente con un trapo húmedo con detergente suave y aclara con el trapo solo con agua.
Para lavar una manta de pelo que ya no no tiene luz o que ha acumulado olores (y siempre, insistimos, teniendo en cuenta las recomendaciones de la etiqueta del fabricante) conviene utilizar agua tibia y jabón neutro. No la metas en la lavadora. Lávala a mano mejor para no dañar el pelo (y sin frotar en las manchas, por supuesto sin lejía y sin secadora). No escurras retorciendo la pieza. Para secarla, en posición horizontal para que no adquiera formas. En la mayoría de los casos, encontrarás que en la etiqueta se recomienda la limpieza en seco por lo delicado del tejido.
