Arcilla, caramelo, mostaza... Derrochan vitalidad, alegría y calidez. Esta familia cromática tiene un atractivo decorativo innegable y son tonalidades estimulantes, asociadas a soleados atardeceres y al despuntar de la primavera. Muy intensos visualmente, lo ideal es dosificarlos para que brillen sin saturar. En este rincón de lectura del salón, el color arcilla realza la tapicería del sofá, acaparando el interés estético. Los textiles, la alfombra y los cojines lucen mostazas y tejas rojizos que se llevan de maravilla.
Gris lavado, tonos naturales y blanco crema. El pantone principal de este ambiente se complementa con un desfile de tonos colores neutros y ligeros. Presentes en la butaca, en las superficies de las mesitas y en la pintura del suelo y las paredes, han logrado matizar y contrarrestrar la fuerza cromática del sofá. El efecto decorativo es fantástico. Consiguen que el conjunto sea amable y “suben de tono” su luminosidad, pero de forma equilibrada, para que los colores dominantes no resulten invasivos.
Gris y caramelo... La sinfonía perfecta para la zona de lectura.